Amanece en la playa Muchavista, situado a media distancia entre la población de Campello y la ciudad de Alicante. Ya se ve bastantes corredores aprovechando el buen tiempo para estirar las piernas a lo largo del paseo marítimo. Los barrenderos limpian los últimos restos y vasos de Mac Donalds dejados por los paseantes nocturnos antes de dar paso a un día que promete tener bastante ocupación de la playa.
Sin embargo, el verdadero movimiento no está precisamente en la arena. A pocos metros de la misma se ve un chico de 30 años, de pie mirando al mar y disfrutando de su café en una taza en la que se lee las palabras «Clean Code». Da los últimos sorbos, deja la taza en una mesa del jardin y estira sus brazos y piernas para despertarlos después de una noche de sueño reponedor. Javier y su equipo son miembros de una consultora internacional, HGY, que da servicio a grandes corporaciones financieras. Son un equipo 100% autogestionado dentro de la compañía, y muy disputado entre los clientes de la misma.
Javier recoge la taza y se va al interior de la pequeña casa de dos plantas con vistas al mar. Deja atrás el pequeño jardín algo dejado a su destino al que nadie presta atención. Atraviesa la cocina y sube los escalones que dividen la casa entre la planta en la que Javier y sus compañeros de equipo descansan y comen de la planta donde trabajan. El clac, clac, clac de un teclado mecánico le devuelve a Javier a la realidad del trabajo, y le produce una sonrisa.
– Diego, ¿Cómo fue la revisión de lo que entregamos ayer por la tarde a Banco Palomo? ¿Tenemos ya algún comentario de Daniel, nuestro querido Product Owner? – Pregunta tirando una pelota de malabares que había encima de una de las mesas a Diego, un miembro del equipo que estaba revisando el tablero Kanban del proyecto.
– De momento no, hay que dejarles que respiren. La entrega de ayer por la mañana les encantó como bien nos dijeron. Un par de días más y creo que ya tendrán el producto que esperaban. Bueno el que ni siquiera se esperaban. – Responde Diego cogiendo la pelota al vuelo, para sorpresa de Javier.
Diego tiene un poco más de edad que Javier pero, al contrario que él, aún no se le asoma ninguna cana. Es especialista en sistemas web y entre él y Raúl han desarrollado casi todos los interfaces de usuario del sistema Peer Loans, que permite al banco que sus clientes elijan a quién prestar el dinero de sus depósitos.
– ¿Sabemos algo de Héctor? Desde que cogió el avión a Tailandia con su novia Malai no hemos recibido ninguna de sus fotos empalagosas de parejita feliz. – Pregunta Raúl sin mover la cara del monitor de 32 pulgadas en el que va añadiendo pruebas automatizadas para empezar a desarrollar uno de los últimos módulos de Peer Loans. – Eso me recuerda que tenemos que revisar a los últimos candidatos para reemplazarlo. –
Raúl es un chico de 33 años, experto en lenguajes web y siempre viste con camisetas de Dragon Ball. Lleva en el equipo 3 años y siempre le acompaña su mujer y sus dos hijas allí donde vayan a trabajar.
– A mi me gustaba Jesús, le da a los dos palos de back y front con la suficiente soltura como la que necesitamos. Además es un miembro respetado del Meetup Full Stack Dev Alicante. – Dice Eva acercandose al monitor de Raúl – Podemos hacerle una visita o quedar en algún bar para hablar con él. Si le gusta el sueldo que le ofrecemos, que seguro que lo hará, estará con nosotros en un par de días. –
Eva es la chica de QA, de casi 40 años, y en los últimos años ha hecho un gran trabajo inculcando conocimientos sobre casuísticas de tests a los miembros del equipo. Tiene facilidad de palabra y habla muchos idiomas, lo que le permite estar en comunicación constante con los clientes para prevenir todos los escenarios posibles.
– Raúl, no te olvides del buffer overrun en el tratamiento de este campo – Le dice Eva a Raúl acercándose a su hombro – Por cierto, buen trabajo con estos escenarios. – Una sonrisa de satisfacción casi imperceptible asoma en el rostro de Raúl mientras ejecuta los tests. Una columna de puntos rojos de tests fallidos le indican que es momento de empezar a trabajar en ese trozo de código.
– No olvidemos que en un par de semanas tendremos nuevo proyecto. A este le quedan sólo un par de coletadas.- Recuerda Javier desde su puesto de trabajo abriendo la página de la tecnológica Dell y buscando un servidor nuevo para su sistema de integración continua- ¿Habéis revisado últimamente la lista de posibles proyectos? –
Diego se acerca jugueteando con la pelota de malabares a su puesto. Pulsando un botón de su portátil pone en iluminacion su gran monitor así como los leds de su teclado y ratón. Sin sentarse coge el ratón y abre la lista de proyectos que los clientes de HGY les ha enviado. Su éxito con la nueva herramienta de Banco Palomo ha hecho que sean uno de los equipos más solicitados de toda la consultora y prácticamente de toda Europa. Los honorarios que ellos mismos solicitan son altos pero hay muchos clientes a los que no le importa gastar un poco más para tener a estos chicos a su disposición.
– Ja, ja, ja. ¿A que no adivinais quién nos pide volver a trabajar con ellos? – Suelta Diego riéndose con las manos detrás de la nuca.
Eva y Javier se acercan a su monitor y se unen a Diego en las risas.
– ¿Podemos reirnos todos? – Suelta socarronamente Raúl sin levantar la mirada del monitor y sin dejar de teclear.
Eva, apoyada en la espalda de Diego, se vuelve a Raúl y le dice con una gran sonrisa – Nuestro «amigo» Financial Bureau quiere que le hagamos el sistema de banca con Realidad Aumentada igual al que le hicimos a Banco Marsella. –
– ¡ Ni de coña ! – Suelta tajantemente Raúl mientras vuelve a ejecutar la lista de tests. Ahora una columna de puntos verdes remplaza a los rojos, indicando que su cambio ha funcionado a la perfección. Aprovecha para girarse y mirar al resto del equipo. – ¿Os acordáis de lo impertinente que fue el CIO? Nos obligaba a trabajar a través de su entorno virtual. Como si nuestro entorno de red cifrada no fuera menos seguro que el suyo. Quiere velocidad y calidad y nos da un martillo y un cincel para escribir código. ¿Hay algun proyecto en Tailandia? –
– Tú lo que quieres es intentar que Héctor vuelva con nosotros. Si encontramos una oficina cerca de donde van a montar la Startup estarías visitándole a todas horas. – Le dice Eva mirando la lista de posibles clientes.
– No. Es que allí tiene la oficina central Jurgen Fowler, el experto en EcmaScript 11, y que lideró su definición. – Responde Raúl, con media sonrisa – He estado en comunicación con él últimamente y creo que nos puede preparar un curso intensivo al menos unos días si estamos por allí. El precio que pone es asequible y algunos lo necesitáis bastante… –
– Venga, me apetece empezar a codificar ya. ¿Qué os parece que hagamos una ronda de 3 pomodoros? – Sugiere Diego dirigiéndose a su silla. Esta idea hace que Javier y Eva también vayan corriendo a sus sillas y Raúl haga crujir sus dedos preparándose para una sesión intensa. – Pongo el crono de 25 minutos en marcha. Empezamos en 3,2,1… –
El sol ya está iluminando con fuerza la arena y los primeros bañistas entran en las aguas de la playa Muchavista. Javier y su equipo están ya concentrados trabajando el resto día para terminar lo poco que le queda de su asignación actual. En un par de semanas, en la fachada de la casa colgará un cartel de «Se alquila». El equipo se habrá desplazado a un lugar algo más montañoso, por sugerencia de Eva. Sólo ellos mismos saben cual será el siguiente proyecto y lugar en el que trabajen. Son dueños de su propio destino.
FIN
Esta historia, que es naturalmente una historia de ficción, representa una imagen que a día de hoy parece imposible de conseguir en equipos que trabajan para consultoras. Hemos visto algunos ejemplos de decisiones en manos en un equipo totalmente autogestionado, aunque puede haber más. Estos equipos:
- Deciden quién entra y quién se va de su equipo
- Deciden su sueldo
- Deciden su proyecto
- Deciden dónde trabajan fisicamente
- Deciden sus herramientas
- Deciden su formación
- Deciden cuándo toman vacaciones
- …
Cuando un equipo llega a estos niveles de autonomía, logran una gran motivación y eficacia, lo cual les convierte en un equipo de alto rendimiento y para los clientes se traduce en productos de gran calidad e innovación. Sin embargo para llegar a estos niveles hace falta que tanto los miembros de los equipos como los directivos de las organizaciones tengan como meta conjunta esa autogestión. Los directivos y cargos intermedios tienen que aprender a delegar aunque suponga que al principio cometerán errores. Pero también cada miembro del equipo debe responsabilizarse del poder que se le da y saber dar el paso adelante para tomar esas decisiones. Aunque no lo parezca, tan difícil es lo uno como lo otro. Pero ¿quién sabe?, la ciencia ficción a veces se convierte en realidad. Todo camino empieza por un primer paso ¿Qué tal si empezamos por que los miembros de tu equipo puedan autoasigarse las tareas?